Aprendió a muy temprana edad a complacer a quienes la rodeaban. Siempre educada y buena, incluso en detrimento de su propio espíritu.
Aprendió quién tenía que ser y cómo tenía que comportarse. Prefiere sacrificar su propia felicidad para pasar desapercibida. La palabra NO, no está en su vocabulario, por lo que aprendió a decir siempre que SI. Más preocupada por lo que otras personas piensan y dicen, angustiada por el rechazo, los otros son el barómetro de su “buenismo”. Los otros, son el espejo donde ella se mira. Y la perpetua sonrisa en su cara, sólo recuerda su profunda tristeza y enmascara su resentimiento.
Este “buenismo” puede ser un hábito difícil de romper. Se inculca en las mujeres a una edad muy temprana.
¿El origen?:
Predisposición biológica: Las mujeres están biológicamente programadas para ser cuidadoras.
Creencias sociales: Las mujeres están programadas para ser pacientes y compasivas y para valorar la conexión frente a la confrontación.
Creencias familiares: Madres pasivas. Padres autoritarios y tiranos.
Creencias experienciales, incluido el trauma infantil: Hijas que fueron criadas por padres que anteponíansus necesidades a las de sus hijos, lo que comúnmente se conoce como niños “parentalizados” reciben constantemente mensajes sobre lo que se supone que deben hacer por sus padres. Los mensajes y las expectativas están tan internalizados que incluso cuando llegan a la edad adulta, tienden a responder a los demás de la misma manera que respondieron (y continúan respondiendo) a sus padres.
Nuestro mayor miedo, de niñas, fue sentir que perdíamos el vínculo, con cualquiera de nuestras figuras de cuidado. El vínculo garantiza nuestra supervivencia física y emocional.
Si nos silenciaron, aprendimos que para no perder el vínculo, tengo que silenciar mi voz, mi verdad y quien soy para no incomodar; Si mis sentimientos no fueron tenidos en cuenta ni eran importantes, aprendí a disociarme de mis sentimientos y hacer felices a otros o sostener los sentimientos de otros, que eran los importantes.
Aprendimos a hacerlo porque no era seguro expresar quién era, tampoco era tolerado. Lo hicimos para no perder el afecto y la aprobación. Así fue como nos ganábamos el amor y la atención: Traicionándonos y abandonándonos.
Como consecuencia, nos volvimos niñas pasivas y complacientes, que se convirtieron en adultas que son incapaces de expresar quiénes son o qué necesitan: no lo saben. No saben quiénes son ni cuáles son sus necesidades.
Nos abandonamos para hacer felices a otros y no volver a experimentar el abandono, retraumatizándonos y haciendo más profunda nuestra herida ya abierta de abandono.
La niña buena se convirtió así en un felpudo sumiso sin opinión ni criterio propio, anteponiendo las opiniones y criterios de otros a los suyos.
Repetimos el patrón de abandonarnos en el otro en nuestras relaciones, porque de niña, fue lo que nos ayudó a sobrevivir y conservar el vínculo, y las dosis inconsistentes de atención y valoración, sentir de nuevo el abandono es tan intolerable, que haré lo necesario para quedarme en la relación, aunque tenga que aniquilar mi Alma para ello.
Y como resultado, nos llenamos de culpa y vergüenza, nos hacemos pequeñas, nos escondemos.
Tenemos miedo de expresar nuestra magnificencia y nuestro poder. Miedo de conectar con nuestra Voz y Verdad. Miedo a ser vistas en todo nuestro esplendor. Sentimos que no somos suficiente, creencia que ha cableado nuestro sistema nervioso y de creencias: No soy suficientemente buena, para ser vista, para desear, para tener, para actuar desde mi verdad.
Culpa por desear más, por querer más, por anteponerme a mí, antes que a los demás, aún sabiendo que tiene que haber mucho más para mi, mucho más y así me desconecto de mi cuerpo y de la misma Vida.
La primera creencia falsa, que los sentimientos y necesidades de otras personas son más importantes que los propios, generalmente puede haber sido modelada por una madre pasiva o codependiente que se sacrificó por su familia sin considerar nunca que tenía necesidades propias.
Otra forma en que pudiste haber recibido este mensaje es si tuviste un padre egoísta o narcisista que consideró que sus necesidades eran de suma importancia y que ignoró las tuyas. Alguien criado en este entorno llega a creer que su felicidad radica en satisfacer las necesidades de los demás.
Consecuencias:
Se culpan a sí mismas cuando algo sale mal
Creen que sus necesidades no son tan importantes como las de los demás.
Dudan de sí mismas, incluso dudan de sus percepciones, sus conocimientos y sus creencias.
Confían demasiado en los demás, incluso cuando alguien ha demostrado ser indigno de confianza.
Son ingenuas.
Creen que deben satisfacer las necesidades de los demás y antes que las suyas.
Temen que, a menos que sean amables, no agradarán.
Temen que si no son amables, otros no lo serán con ellas.
Temen la confrontación y el conflicto.
Temen ser rechazadas o abandonadas.
Tienen miedo de ser excluidas de su tribu
Tienen miedo de su ira, de lo que podrían hacer si perdieran el control sobre ella.
Tienen miedo de que si no son amables, los hombres no las protegerán y proveerán.
La sanación pasa por integrar cada aspecto de ti, especialmente aquellos que fueron avergonzados y rechazados.
El primer paso es reconocer las historias que te estás contando y hacer el duelo por haberte abandonado. Ese paso no te lo va a ahorrar nadie. No hay atajos ni pastillitas mágicas y deberías desconfiar de cualquiera que te los ofrezca.
Para construir una relación sana con los demás, tienes que empezar por construir una relación sana contigo misma.
Volver a estos lugares a buscarte y sanar también la relación con tu cuerpo, abrazándote con Todo lo que eres.
Esto que yo denomino Arquetipo, también es llamado síndrome en psicología, y es parte del femenino herido, uno de los arquetipos que exploramos en el Retiro de Alquimia interior. Este Retiro estaba programado para Octubre, pero ha tenido que ser post-puesto y estoy gestando algo on-line.
Estate atenta si te quedaste sin plaza y sientes participar. Es puro fuego
Lorena Cuendias
@mujeralquimia
2 comentarios
Bellísimo, revelador y claro!! Muchas Felicidades, gracias por escribir algo tan importante y tan necesario en estos tiempos
No se ni como expresarlo. Es tan yo, tan mi niñez, que casi había olvidado que yo existo. Quiero darte las gracias, no se si lo podría haber expresado mejor. Esta siendo para mi todo un descubrimiento, no solo conocerme más y mejor, sino darme cuenta de que somos muchas las personas que estamos abriendo los ojos a esta nueva realidad silenciada. Gracias.