Cuando tú cambias, todo cambia

No vemos las cosas como son, las vemos como somos.

Imagina que no sabes que llevas puestas unas gafas, de esas de culo de botella. No lo sabes porque naciste con ellas. Nunca has mirado al mundo sin ellas, así que para ti, forman parte de ti.

Imagina que esas gafas tienen un filtro de color azul, y que estás con un amigo viendo un paisaje maravilloso. Tu amigo, que tampoco lo sabe, lleva puestas otras gafas. Las suyas. Todos tenemos unas. Él nació con el filtro de color amarillo.

Estáis los dos sentados a los pies de un valle precioso. Al fondo, se ve un lago cristalino, alimentado por un río que desciende desde unas imponentes montañas nevadas.

Respiras, y embriagad@ por el momento, le dices a tu amigo:

-Wow……qué maravilla. Qué lago tan increíble, tan….. azul… –

Tu amigo, alucinado, te dice:

-Azul??? Pero si es amarillo!!!, da grima!!. Esto tiene que estar contaminado por algún ácido o vete tú a saber qué!. Anda, vámonos ya!-

Esto, que es solo una metáfora, es el día a día de nuestras relaciones.

 Related imageEs nuestra forma de ver el mundo, a través de nuestras gafas, la que lo va creando.

Y al final, tu mundo, no es más que un reflejo de cómo tú lo ves.

Te voy a poner otro ejemplo.

La historia de Iris:

Cuando nació, su madre deseaba un niño, pero llegó ella.

Aunque igualmente su madre la quisiera por encima de todas las cosas, ya desde que estaba en su vientre, ella recibió todo tipo de información emocional y energética y cuando llegó al mundo, se encontró con que no era lo que esperaban. Sorpresa!

Estaban esperando que fuera otra cosa. Así se creó su herida de rechazo. De no ser suficiente. De no ser lo que se esperaba de ella.

Iris, para compensar aquel “incidente” intentó de todas las maneras posibles, hacer todo lo que esperaban de ella, sin cuestionar si eso era verdaderamente lo que ella deseaba. Aún era demasiado pequeñita para comprender estos conceptos.

Unos años después, llegó su ansiado hermanito. De pronto su madre ya no le prestaba toda la atención. Ya no la “sentía”. El dolor por sentirse “abandonada” fue tan grande, que se “desconectó” de ella, para protegerse, y no volver a sentir una traición así.

Además, se creó unas murallas mágicas de protección, de hormigón armado y de acero valyrio… Esto en realidad lo hizo sin ser consciente de que lo estaba haciendo. Estas semillas de rechazo, abandono y traición, fueron germinando con los años.

Crecieron unos brotes que se fueron enraizando hacia dentro y alrededor, tejiendo una madeja. Fueron cubriendo todo el corazón, y todo el cuerpo en general, y salían por sus ojos creando lo que empezaron a ser sus gafas de pasta.

Iris veía el mundo a través de ese filtro. Cada vez que ella percibía que alguien a quien se sentía unida, se “desconectaba” de ella, ella se sentía terriblemente abandonada, rechazada y traicionada.

En realidad la otra persona no le estaba haciendo nada. La otra persona a lo mejor ese día lo que quería era estar con otra gente, o hacer otras cosas.

Pero Iris veía el mundo como ella era. Y ella tenía mucho dolor.

Como el universo es maravilloso, y sigue la ley de resonancia, a lo largo de su vida, estas situaciones de abandono, rechazo y traición se fueron sucediendo una y otra vez, en un intento por hacerle ver, que tenía una profunda herida, tapada con acero valyrio, rejas de hierro galáctico y todo encofrado con hormigón armado.

Así es imposible que una herida se cure. No eran los demás quienes le hacían daño. Los demás sólo le recordaban su dolor. Su herida.Era ella misma quien lo veía todo distorsionado.

Todo era un drama. Estaba totalmente sometida al color con el que sus gafas de pasta le mostraban los acontecimientos de su Vida. Hasta que un día, por fin, se dio cuenta!!!!!!!

Empezó a notar un peso por encima de su pequeña nariz, y se llevó allí la mano, percatándose de esas gafas de pasta.

Anda!!!!!!!!!!!!!!!!! ¿Y esto qué hace aquí????????? Y entonces, como por arte de Magia, comprendió lo que había estado pasando durante tantos años.

Tuvo la suerte de tener una experiencia mística, en la que le mostraron cómo se ve el mundo sin gafas.

Ese momento de Satori fue tan revelador, que se prometió hacer todo lo que fuera necesario para poder Volver a Ver, sin gafas!.

Además, como ya había comprendido por qué sufría tanto y el origen de su dolor, la Vida, que es maravillosamente sabia, ya no tenía que seguir insistiendo con esas lecciones de rechazo, abandono y traición trayéndole esas experiencias.

Ya le había quedado claro, se había hecho Consciente. Ahora, sólo había que ponerse manos a la obra. Ir podando poco a poco la madeja. Ir tirando poco a poco los muros. Y mantener la guardia en todo momento, porque la inercia de seguir viendo del color que se veía, es muy fuerte, y tomar conciencia no es suficiente.

Al cambiar ella, todo cambió. Porque cuando tú cambias, todo cambia.

Este es sólo un cuento. Pero hay multitud de ellos. Tantas heridas, tantas combinaciones como personas hay en el mundo.

¿Estás dispuesto a deshacer tu madeja? Recorrer tu laberinto?

Te aseguro que ver sin gafas es lo más maravilloso que te puede pasar en la vida.

Un abrazo!

Lorena

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