Relaciones codependientes: Rompiendo contratos subconscientes

Esta entrada va a remover más de un estómago. Pero es mi especialidad.

En nuestra infancia, aprendimos a establecer relaciones de la misma manera que una araña crea su telaraña para atrapar a sus víctimas.

Las personas que no se aman, no se sienten amados por quienes son. Viven en una atmósfera permanente de vergüenza. Como resultado, el amor, como regalo, “porque sí”, sin más, les parece imposible.

Que alguien nos quiera por lo que somos, sin más, nos parece imposible. Que alguien quiera amarnos simplemente porque les hace felices hacernos felices…es imposible. No concebimos recibir amor a cambio de nada. Sin condiciones. IN-CON-DI-CIO-NAL-MEN-TE.

Por eso, convertimos nuestro “amor” en algo transaccional y ni siquiera nos damos cuenta de que esto está pasando. Pensamos que eso es el amor.

Y aquí es cuando el tema se enfanga un poco: Cuando nuestra autoestima es tan baja que no nos sentimos merecedores, ni sentimos que tengamos nada de valor para ofrecer a alguien, simplemente por ser nosotros mismos, entonces necesitamos “atraparlo” para así conseguir lo que necesitamos.

En muchos hogares del mundo, independientemente de la cultura de origen, los padres educan a amar de esta manera: como una araña teje la tela de araña para cazar a su presa.

Hay culturas donde se llevan esto a otro nivel, ejemplos de ello son la cultura asiática e india. Voy a tomar la segunda: Generalizando, un individuo en esta cultura no es visto como alguien individual y único con voluntad propia o libre albedrío y un propósito propio, que existe para ser amado y para hacer su propio camino.

Una persona en esta cultura es vista como una cosa que pertenece a su familia y a la sociedad, y que por el mero hecho de nacer, está en deuda con la familia y sociedad en la que nace y pagará esa “deuda” sirviendo a través del rol o la identidad que se haya decidido para él.

En este tipo de hogares, los padres creen, de verdad, que están sacrificando todo por sus hijos, cuando de hecho, no están sacrificando nada.

Simplemente se visten con la fachada del sacrificio para así poder atrapar a sus hijos en la vergüenza, la manipulación y la culpa, y la sensación de estar en deuda con sus padres.

Pero todo lo que esos padres les dan, viene sujeto por cordones invisibles. Siempre están dando con la condición de que se les dé de vuelta.

Comprometen a sus hijos en una transacción de la que ni siquiera son conscientes y sobre la que no tienen la opción de aceptar. Simplemente colocan al niño en un estado de deuda con ellos. Le dan para recibir. Y cada vez que el niño hace algo que les desagrada, las deudas para con ellos empiezan a burbujearle en la cabeza hasta que el niño se rinde y cede su poder a la culpa, y cede a su libre voluntad y se amolda a lo que los padres quieren.

Estos padres dan su tiempo y posiblemente sus metas y objetivos a su hijo para tener la sensación de ser buenos padres, de ser justos y así recibir elogios y gratitud a cambio….transformándose en mártires.

Alimentan a sus hijos y se garantizan que obtendrán su cuidado cuando sean ancianos. Dan las oportunidades a sus hijos de crecer y obtener un estatus. Son los padres que dicen: Te quiero, porque mira todo lo que he hecho por ti. Pero la realidad es que no se siente como amor, porque, sencillamente, NO LO ES.

Es una tela de araña en la que el niño se ha quedado atrapado.

Podéis imaginar lo que supone crecer en este tipo de cultura. Pero no hace falta haber crecido en ella para haber vivido situaciones muy similares en nuestro propio entorno.

Lo que sucede aquí es que cada vez que el niño acepta lo que sus padres hacen por él, que por cierto son cosas que un niño no puede obtener por sí mismo porque depende de sus padres, un cordón invisible con un anzuelo se le engancha. Y cuando ese niño es un adulto,cordones y más cordones con anzuelos tiran de él hasta que está tan controlado que las consecuencias son masivas si no “cumple” devolviendo así la deuda.

El amor transaccional y la telaraña tan retorcida que teje es una epidemia humana.

Está presente en cualquier tipo de familia disfuncional clásica.

Uno de los problemas más grandes de haber crecido sobre relaciones de amor tipo transaccional, es que creces creyendo que no existen otro tipo de relaciones, así que básicamente, nos acercamos a cada relacion en nuestra vida como si fuera una transacción de negocios, pero es muchísimo más disfuncional que una relación de negocios, porque los cordones que se establecen, son invisibles.

Si yo hago esto, entonces espero que tú hagas eso. Al menos, en una relación de negocios, nos esperamos esto. Contamos con ello. Yo te voy a dar esto, y tú me vas a dar esto otro. Está hablado y consensuado. Es transparente. Y es precisamente esta transparencia la que no tenemos en cuenta en nuestra vida privada y lo que las hace tan extremadamente peligrosas.

Hay todo tipo de acuerdos en letra pequeña que jamás leímos, que nos endeudan sin haber firmado siquiera ningún contrato. Desde este momento, las expresiones de “amor” instantáneamente se tiñen de la sensación de deberle a alguien algo. Y esto no es nada agradable. Esto subordina. Somete. No hay igualdad en esta posición, de manera que lo evitaremos de forma natural, a toda costa.

Si estás en algún tipo de relación transaccional así, el nombre para esto es: Están en deuda conmigo.

¿Cuántas veces te has dicho a tí misma: – Con todo lo que hice por ella!!! y mira cómo “me lo paga”???….

Otra muy buena:

– ¡Es una desagradecida!-

¿No estabas esperando nada?, ¿estabas amando INCONDICIONALMENTE? Sin condiciones??? ¿Entonces??

Esta es la definición de incondicional del diccionario de la Real Academia de la lengua:

incondicional

1. adj. Absoluto, sin restricción alguna. Una amistad incondicional.

2. m. y f. Adepto a una persona o a una idea sin limitación o condición ninguna.

El que está en “deuda” ha caído en la telaraña. Puedes llegar a sentirte cada vez peor cuanto más te “ame” una persona. Cada cosa que hacen por tí te hace sentir más y más “atrapado”, “enganchado”, menos y menos libre, más “endeudado”.

En este punto, o te alejas de la relación, o creas una situación donde la “deuda” se paga completamente o para darle la vuelta, y pasar a ser tú el que reclama la deuda.

Y todo porque aprendiste de pequeñita que Amor = Estar atrapada = Estar en deuda.

A nivel energético esto es exactamente lo que sucede. Un miembro de la relación ve sus necesidades satisfechas de algún modo, a través de forzar al otro a satisfacerlas. Porque están tomando lo que “creen” que merecen o les corresponde, pero que la otra persona no acordó dar como un intercambio en primer lugar.

Por ejemplo:

Una madre tiene un hijo, y decide que su hijo será músico profesional, de modo que ella adquiera cierto estatus o significancia a través de él. La transacción será que ella invertirá horas en llevarlo a sus clases, y dinero, para que su hijo se convierta en lo que ella quiere.

El niño nunca aceptó esta transacción, pero cada vez que expresó su propia voluntad, la madre le recordó a su hijo la deuda que había contraído: ¡He invertido todos estos años de mi vida y muchísimo dinero en ti! Para que fueras el mejor músico del mundo!.Eres un egoísta!! un desagradecido!… (¿no te suena esto?, ¿de verdad?? ¿ni un poquito?? )

El sentimiento de culpa hará que el niño siga atrapado en la red.

Otro:

Si nuestra autoestima es tan increíblemente pequeña que creemos que no podemos ser amados por quienes somos y sentimos que no tenemos nada con suficiente valor para obtener una relación genuina y funcional, la única manera que tenemos de poder crearla es…..¡¡rescatando a otros!! Así nos convertimos en perpetuos rescatadores.

Y en esta dinámica, sucede algo muy interesante. Llega un momento en el que el rescatado empieza a sentirse mejor….y el rescatador empieza a correr el riesgo de perder a su rescatado.

¿Qué podemos hacer?

¡Tenemos que ponerlos en deuda de nuevo!, de otro modo se irán, nos abandonarán, ya que (creemos) no tenemos nada suficienteme valioso que ofrecer para que se queden. Así que creamos un escenario que les haga creer que nos necesitan…y al volver a rescatarlos, volvemos a ponerlos en deuda…y aquí tenemos otro tipo de dinámica de relación disfuncional transaccional. ¿Interesante no?, ¿Tampoco te suena?.

Si has crecido en torno a este tipo de relaciones, de lo que quiero que tomes conciencia al leerme, si aún no lo has hecho, es de que el juego en tus relaciones es conseguir que las personas estén en deuda contigo.

Algunas de nuestras relaciones son transaccionales, tenemos que tenerlas, el tema aquí es no hacer contratar al otro nada que nunca acordó, de lo contrario vas a sentir resentimiento 24 horas al día. Y esto es lo que no ves, porque es subconsciente.

Este es uno de los motivos por el que establecemos este tipo de relaciones. Y porque si nos permitiéramos expresarle al otro todas esas expectativas y demandas que tenemos, sabemos, que no las cumplirían. Así que tenemos que hacerlo sin su conocimiento ni su consentimiento:

-En una relación, dejas de hacer algo, con la expectativa de que el otro también deje de hacerlo.

-Admiras, esperando que te devuelvan la admiración.

-Das espacio y libertad, con la expectativa de que te den a ti espacio y libertad.

-Ayudas en un momento de debilidad y así te garantizas la deuda y la lealtad.

-Haces cosas por otros para obtener aprecio….

-Das, básicamente, para que te den.

Así te vas anotando todo en tu libretita del debe y el haber, sintiéndote permanentemente traicionada por los demás.

La traición se siente cuando se rompe un presunto contrato. Y esta es la receta del resentimiento crónico.

En esencia, les estás haciendo lo mismo que te hicieron tus padres cuando eras una niña.

Cuando sientes que alguien “te hizo algo”, o te traicionó, porque sentiste que de algún modo, “la transacción” no fue justa, la única manera de permanecer en la dinámica y poder sostener el profundo sentimiento de vergüenza es culpando al otro y proyectando sobre él tu profunda ira. Esta es la peor parte de esta dinámica transaccional.

¿Cómo serían nuestras relaciones sin esta dinámica de fondo?¿En un mundo consciente, despierto y respetuoso?

Los padres entenderían que su hijo no pidió nacer. Fue algo que ellos decidieron. Obtuvieron un regalo maravilloso que, en primer lugar, no les pertenece, y que son los guardianes y protectores de ese ser, en segundo lugar.

Los que le guiarán en la dirección de SU propio destino, permitiendo que exprese su única esencia en términos de propósitos, deseos, anhelos y motivación. Esta relación es una asociación, no una dictadura. Una asociación que permitirá la expansión y progreso espiritual tanto del niño como de sus padres. A través de la valoración, visibilización y validación del niño. El niño no tiene que ser nada para sus padres, no tiene que demostrarles nada para recibir su amor.

Este es el tipo de amor que hubiéramos deseado y el que anhelamos aún. El Amor libre. Sin ataduras invisibles.

Y es precisamente hacer esto consciente lo que te permitirá trabajar para tener este tipo de relación. Traer a la conciencia tus expectativas, demandas y necesidades. Hacerte consciente de estos contratos subconscientes.

Hacerte consciente de las veces que te sientes traicionada. Recuerda: La traición es la ruptura de un contrato subconsciente: ¿Qué contrataste?

Una relación en la que hay un acuerdo tácito: Yo te daré esto y tú me darás esto otro, aún puede resultar dolorosa, pero será 100 veces mejor si eres consciente de que es una transacción y que las dos partes están de acuerdo.

Una relación sana tiene mucho que ver con límites.

En una relación no transaccional, incondicional, amorosa, siempre hay espacio para los límites, y si hay un conflicto de necesidad, la conversación será sobre el conflicto de necesidad, y no sobre lo que tú tienes que darme porque así lo espero. ¿Se entiende?.

¿En qué medida has desarrollado esta misma relación transaccional contigo?

Reflexiona sobre ello y observa hasta qué punto estás reflejando la dinámica que aprendiste de pequeña.

Practica tener gestos de amor hacia ti misma sin ninguna expectativa.

Los gestos de amor incondicional son los que realizamos sin tener ni idea de si vamos a obtener algo a cambio, por el puro deseo de ver que el otro se siente bien o es bueno para él recibirlo. Simplemente porque queremos beneficiarle.

Todos nos merecemos esto.

Empieza por ti misma.

Que estéis bien,

Lorena

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4 comentarios

  1. Pues si Lorena, una vez más con el estómago ¨centrifugando¨…me voy a la cama a ver que me dicen mis sueños sobre esto…..mil gracias bella.

  2. Gracias Lorena por poner nombre a tanto sufrimiento y sinsentido. Cuando nombramos lo que no entendemos y lo podemos objetivar algo comienza, algo empieza a desvanecerse .. hay que dedicarle tiempo a nuestro ser para que sea mejor y dejemos de hacer/nos daño.

    un abrazo enorme

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