La ira está donde están tus límites. Sin ira, no tienes límites:Procesando nuestra ira

Ira. Pobre ira. Tan rechazada, silenciada, ignorada, reprimida…

Si hay una emoción que se ha asociado con la palabra represión, sin duda esa es la ira.

– ¡Tienes mucha ira reprimida!- o, -Tal persona tiene mucha ira reprimida-  Como si tuviera la peste o una enfermedad incurable. Y es que eso es lo que hemos integrado desde pequeñas. 

En nuestro entorno no eran capaces de sostener la intensidad de la ira, no eran capaces de gestionarla ni muchísimo menos de aceptarla

Aceptar nuestra ira, implicaba que tenían que aceptar su propia ira…y esa, también estaba “reprimida”.

No nos dejaban expresarla, porque no estaba bien hacerlo. No estaba bien montar berrinches, ni pataletas. Nos castigaban, o nos daban un azote en el culo, o nos decían que nos iban a dejar de querer si seguíamos llorando (de rabia), o que estábamos muy feas enfadadas.

Ira. Mi emoción favorita.

Si hay una emoción que más me ha ayudado a conocerme, sin duda ha sido ella. Ella ha estado presente en todos los momentos en que se estaba cometiendo una injusticia en mi vida, en todos los momentos en que mis límites estaban siendo abusados, traspasados, ignorados. Siempre que no me escuché y permití algo que en realidad no quería permitir, ahí estaba ella.

La ira no es negativa. La ira es una emoción. Es un indicador

Es como un piloto del coche que se enciende cuando algo no va bien. La ira nunca es negativa, nunca está mal. Otra cosa es la acción que nosotros tomemos como resultado de ella, pero la ira…la ira es sagrada.

Para poder procesar tu ira, lo primero que necesitas hacer es aceptarla

Hay que resolver este conflicto para poder procesarla. Este es el primer paso. Resolver el conflicto de que la ira es mala, que sentir ira te convierte en una persona descontrolada, histérica,  mala, poco evolucionada espiritualmente o con poca conciencia.

Encontrar la parte de ti que se resiste a sentirla. No vas a poder trabajar con tu ira a no ser que trates con esa parte de ti, y esa parte de ti tiene mucho que ver con el arquetipo de “la niña buena”.

Cuando éramos niñas, fuimos recompensadas por ser complacientes, calladas e invisibles. Esta máscara nos ayudó a ganar la aceptación y el amor de los demás, pensamos que disfrazadas de eso no nos abandonarían, pero lo hicimos a costa de nuestras propias necesidades y deseos auténticos.

A costa de traicionarnos a nosotras mismas, a costa de silenciarnos y apagar nuestra voz, y esto ha generado un cabreo monumental en tu interior del que no tienes ni idea. Es como llevar una bomba de relojería dentro de la que no eres consciente.

Tú sientes que tienes un profundo cabreo, crees que es con el mundo, con tu amiga, con tu prima, con tu pareja,  con tu padre… pero en realidad, el cabreo es contigo misma. Y la ira…es hacia ti.

Por esto es fundamental conectar con ella. Tu ira quiere y necesita ser escuchada, y ser honrada. Tiene mucho que decirte. La voz de tu ira, sabe quién eres, lo que quieres y lo que necesitas, y tiene la fuerza alquímica para conseguirlo y transformarte en ello, si se lo permites.

Tu ira quiere que dejes de ser lo que no eres.

 Quiere que despiertes a tu mentira y a tu falso sentido del yo.

La ira está donde están tus límites. Sin ira, no tienes límites.

La ira es la que te dice: Eso que ha pasado era un NO para todo mi ser y aun así lo he permitido. No puedes vivir en tu verdad sin acceder a tu ira. Es imposible. Seguirías en tu mentira.

La ira es un paraguas emocional que cubre y disfraza otras emociones. Las que te quitan poder. La ira te saca de tu estado de desempoderamiento. Es una emoción tan orgánica. La sientes subir por tu todo tu cuerpo y te impulsa a la acción. Es poderosa. Te muestra el camino.

¿Cómo hago para permitir mi ira?

Primero, encontrando la parte de ti que no se permite sentirla y buscando un momento sagrado para sentarte con ella. Y esta práctica es muy potente.

Siéntate con ella. Siéntate en meditación y conecta con ella, encárnala con todo tu ser, y pregúntale: ¿Por qué sientes que está mal sentir ira?. Y escucha.

Podrían venir respuestas como estas de algunas de mis clientas:

  • Si muestro mi ira las personas se alejarán de mí.
  • Si muestro mi ira, no sabrán cómo sostener eso y me abandonarán.
  • Si saco mi ira, puedo atemorizar a la gente a mi alrededor.
  • Van a pensar de mi que soy una mala persona.
  • Me verán demasiado poderosa y puedo intimidarles. Mejor seguir haciéndome la pequeña niña buena complaciente y apacible.
  • ¿Qué pensarán de mí? Seguro que me ven como una amargada.
  • Recuerdo la ira de mi madre, decidí que no quería convertirme en eso. Que yo jamás sería así.

La ira es como un sistema de seguridad en tu casa. Las cámaras y alarmas que te indican que alguien se está colando por tu garaje. Lleva este símil a tu vida. La ira te indica que alguien está traspasando tus límites. Te da la energía y la capacidad para decir que eso es un NO, que te está molestando y que no te gusta, para que dejen de hacerlo.

Cuando tenemos miedo de establecer estos límites, de decir no y “perder” a esas personas, nos estamos identificando con un patrón y una creencia que de forma subconsciente está diciendo:  La única manera de tener a gente a mi alrededor es si les permito traspasar mis límites.

¿Quieres ese tipo de relaciones?, ¿o quieres el tipo de relaciones que te aceptan con todo, y también con tu ira?. Si queremos que nos acepten con nuestra ira, tenemos que estar dispuestas a permitírnosla.

Es como si queremos ser aceptadas en nuestro cuerpo y nuestra desnudez. Tenemos que permitirnos desnudarnos.

¿Puedes sentir algún lugar en tu cuerpo ahora donde puedas intuir esa ira?. ¿Leyendo este artículo has conectado con algún lugar en tu cuerpo en el que estés sintiendo alguna sensación?. Observa esas sensaciones, pueden ser de calor, de frío, como un líquido que se mueve por dentro de ti, algo fluido, o algo que da paso a tristeza. Siente tu cuerpo, conecta con eso y permítelo. Palabra sagrada: Permítelo.

Deja que hable esa parte de ti. Deja que se exprese. Escúchala.

Ahora escucha esa parte de ti que siente ira, o lo que sea que esté sintiendo. Cambia el foco a esa parte de ti.

¿Qué te está diciendo?

¿Qué querría hacer?, ¿Quiere hacer daño a otras personas? ,¿Quiere que otras personas experimenten el dolor que sientes dentro de ti?. Permítete sentir todo eso. Escucha. Permite. Estás en un espacio sagrado contigo, con todo tú.

Práctica para mapear tu polaridad “permitirme” – “No permitirme” sentir mi ira

Esta práctica te permite observar esta polaridad en ti. Puedes hacerla con tres sillas, o tres cojines. Una representa la parte de ti que no se permite sentir la ira. Otra representa la parte de ti que siente esa ira con todo lo que querría hacer, y la tercera es un testigo neutro. La parte de ti que observa sin juicio a esas dos. Que siente a las otras dos sin identificarse con ellas, que comprende y que integra.

Ve moviéndote de una a otra, explorando tu resistencia a sentir tu ira y tu propia ira. Date cuenta de tus miedos, y las creencias que te lo impiden.

Si nos resistimos a la emoción o culpamos a la ira, nos arriesgamos a suprimirnos, reprimiendo la emoción y ésta se revelará de manera inconsciente en otros aspectos de nuestra vida.

Poner límites es esencial para empoderarte. La ira también te muestra dónde están tus límites. Es una sabia que vive dentro de ti y te conoce, mejor de lo que tú puedas hacerlo. Pero tienes que estar dispuesta a perder todo lo que la parte de ti que no se permite sentir la ira, teme perder: Tu mentira.

La ira es sagrada.

Que estés bien,

Lorena

Déjame un comentario

6 comentarios

  1. Me encanta lo que escribes, lo profunda que eres y transformas la forma en que veo las cosas. Gracias, mil gracias!

  2. Me ha encantado descubrirte. Me muevo en la misma línea de pensamiento que tú aunque me llevas mucho adelanto, pero bueno por aquello de que el maestro aparece cuando el alumno está preparado, eres una maestra. Gracias!

  3. Me ha ayudado mucho tu artículo. He abierto las puertas a mi ira y he notado que no sólo tiene consciencia sino también la fuerza de la vida. Ahora indagaré en su función sagrada. Una vez más ,gracias Lorena.

Lo más leído

Comienza aquí tu viaje sagrado

SUSCRÍBETE A LA NEWSLETTER PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS ARTÍCULOS DEL BLOG Y MÁS