Muéstramelo en tu cuerpo

Muchas personas vienen a mi terapia procedentes de un enfoque terapéutico cognitivo y verbal que prioriza la percepción mental sobre la experiencia en el cuerpo y las dimensiones espirituales del proceso de sanación.

Quieren saber lo que reposa en el fondo de su océano, desde su barquita de madera con la que navegan por la superficie.

La sanación genuina involucra más que la verbalización: la verdadera percepción debe experimentarse en el cuerpo. Tu cuerpo es un reflejo de tu consciente y de tu inconsciente, a menudo manifestado como síntomas externos muy obvios y visibles.

El cuerpo, con sus procesos y sus paisajes interiores desconocidos, proporciona un “mapa” atemporal de las etapas de tu proceso de transformación que se puede equiparar a la práctica alquímica que utiliza la “escoria” de material no deseado para generar nueva vida.

Creo que el futuro de la terapia debería ser similar a la alquimia, y tener la capacidad de transformar el material no deseado e incómodo en el “oro” de la sombra que nos permita acceder a nuestro máximo potencial. Tomar la materia inconsciente y llevarla a la luz, a través del cuerpo.

Lo que me encuentro a menudo, y he hablado de ello más veces, es que desconectada del cuerpo, sus sentidos y emociones, la práctica espiritual deja a sus practicantes vulnerables al dogma y los fundamentalismos. Y en su extremo somático opuesto, están las prácticas corporales que ponen demasiado énfasis en el cuerpo y muy poca conciencia de los aspectos espirituales, y corren el riesgo de volverse demasiado mecánicas, como tantas veces vemos con el yoga reducido a un método para esculpir abdominales o adoptar la pose de foto, que no deja de ser otra máscara, perdiendo la oportunidad maravillosa que ofrece para acceder a lo que emerge del inconsciente, integrando cuerpo, mente, psique y espíritu.

La transformación no es real hasta que se enraíza en el cuerpo.

En el cuerpo se encuentra el oro, suspendido en una matriz oscura, a la espera de ser presenciado, aceptado, apreciado, integrado; solo entonces tus fragmentos pueden unirse en una totalidad.

No fue hasta que empecé a trabajar con mi cuerpo que empecé a integrar y sanar.

El cuerpo habla en imágenes. Cada cuerpo tiene su propio código, un lenguaje de símbolos. Conectar con mi cuerpo me está llevando por una fascinante aventura que me está revelando los tesoros más increíbles que jamás creí encontrar.

Te hablo mucho más de esto en un artículo que escribí hace tiempo: “Tu cuerpo sabe”

Lorena

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