Lo visible frente a lo invisible:Yo físico, yo espiritual y propósito de vida

Cuando nos miramos en el espejo, vemos una imagen.

La mayoría de nosotros cree que esta imagen muestra nuestro verdadero aspecto. A veces nos gusta lo que vemos…a veces no. En cualquier caso, percibimos que el “mi” que nos devuelve la mirada desde el espejo es una confirmación de los hechos.

Estamos tan seguros de la corrección del espejo, que algunos de nosotros incluso creemos que la imagen que nos devuelve la mirada es un reflejo de la persona que somos realmente.

Lo cierto es que hay mucho más en nosotros de lo que vemos en el espejo, en una foto, en un retrato, en una sola situación. ¿Esto quiere decir que el espejo está errado? No…sólo limitado.El espejo carece de la facultad de explicarnos plenamente a nosotros mismos, porque carece de la capacidad de revelar nuestras plenas realidades físicas, mentales, emocionales o espirituales. ¿Tenemos que romper entonces todos nuestros espejos? No…de qué otra manera podríamos comprobar nuestro aspecto?? La cuestión es que el objeto que usamos con mayor frecuencia para valorarnos puede, en el mejor de los casos, proporcionarnos sólo una fracción de la verdad.

Cada uno de nosotros es un ser único y completo, compuesto de lo visible y lo invisible. Sin embargo, en nuestra sociedad tendemos a ignorar lo invisible en favor de lo visible.

Llegamos a conclusiones acerca de estados emocionales basados en inflexiones de la voz. Valoramos la inteligencia a partir de diplomas enmarcados. Juzgamos a las almas, por el color que las define.

Lo visible contiene claves de lo invisible, pero no es toda la verdad.

Es simplemente su imagen en el espejo, el retrato que alguien ha elegido presentar al mundo. Lo visible es un reflejo de lo que subyace. Este reflejo externo puede iluminar de manera precisa las verdades internas o puede enmascararlas.

Ocultamos, disfrazamos y plagiamos por múltiples motivos. Una razón para ello es la sociedad y nuestros mecanosmos de supervivencia y adaptación a ella. Nos hemos convertido en una sociedad de imágenes en el espejo liberadas de ellos. Bajo estas representaciones en el espejo hay gente que se ha cercenado de las verdades invisibles, gente que ha perdido su conexión con la naturaleza, con su alma y con el amor.

Han sustanciado lo visible, pero no lo invisible.

Otro motivo de esta ruptura entre nuestros yoes interno y externo tiene mucho que ver con nuestros patrones familiares. Entre un 70 y un 95 % de nuestras familias son disfuncionales. Muchos de nosotros hemos crecido en familias afectadas por el maltrato de algún tipo y la mayoría hemos experimentado directa o indirectamente la inatención, y el abuso (físico,sexual, psicológico, verbal o emocional).

La mayoría de nosotros nos las apañamos con nuestras dificultades de la infancia,  ignorando, ocultando o negando nuestro yo sutil, el yo que es sensible, vulnerable, desea ser amado cuidado y nutrido, que instintivamente ama a otra gente y desea nutrisla, que está conectado con algo mucho más grande, con un universo entero, que conoce el lenguaje invisible del alma interna, de la naturaleza, de la fuente, que es intuitivo, que puede percibir imágenes, oir voces, sentir sentimientos y conocer cosas al nivel de verdad más profundo.

Por suerte, ninguno de nosotros ha tenido éxito completo en ocultar este yo sutil. Si alguna vez descubres que te sientes herido, feliz, amado, sostenido, maravillándote de la belleza de algo…aún te encuentras conectado a él. Aunque externamente muchos de nosotros queramos reprimir este yo, a fin de protegernos, de protegerlo, destruirlo, ocultarlo, ninguno de nosotros puede hacerlo por completo.

Estar vivo tiene mucho que ver con que nuestras partes visibles e invisibles estén juntas y se apoyen mutuamente. Si estamos vivos, es porque al menos parte de nosotros realmente desea existir, por mala que pueda haber sido la vida o pueda parecerlo ahora. Enfermedades, desórdenes,somatizaciones, depresión, negaciones, problemas, incomodidades, traumas, dudas, confusión…todo esto surge de las conexiones incompletas entre nuestros yoes visible e invisible.

Al yo visible lo llamo “yo físico”. Al yo invisible, “yo espiritual”. La baja autoestima, las adicciones, los traumas, los conflictos internos, las dificultades en nuestras relaciones…. todas se originan por los malentendidos y desconexiones entre nuestros aspectos físicos y espiritual.

La sanación y el trabajo del alma

La sanación, por decirlo de alguna manera, aunque a mi me gusta más  “integración”, es el proceso de unir nuestros aspectos fisicos y espiritual, lo visible y lo invisible. El proceso de sanación puede implicar (y a menudo implica), reunir partes de nosotros mismos que, aunque previamente ligadas, experimentaron un trauma tan grande que se desconectaron…o forjaron lazos donde antes no existían.

En el primer caso, podemos tener que trabajar con los recuerdos, las energías y los sistemas de creencias; experimentar sentimientos mantenidos por largo tiempo y sentimientos de daño; calmar partes del cuerpo dañadas, o cribar relaciones antiguas y presentes.

En el segundo caso, podemos tener que examinar aspectos de nuestra alma, mente o cuerpo que nunca han sido examinados…en cualquiera de los dos casos, la verdadera coherencia ( el proceso de volverse plenamente vivos y felices), depende de la integración de ambos yoes.

La clave está en la paradoja del espejo.

Aunque nuestra imagen en el espejo no consigue reflejar de modo exacto o pleno al ser físico o espiritual, tenemos que buscar en ella los tres aspectos esenciales de la identidad: Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma.

Aprender a integrar el cuerpo etérico con el cuerpo físico denso, y luego el cuerpo mental con el cuerpo emocional.

Después de aprender a coordinar todos los aspectos de la personalidad, empezamos el proceso de integrar la personalidad con el alma.

En esencia, estamos tratando de concebir el modo de hacer el trabajo del alma y de ser “puertas giratorias”. Trabajar con estas puertas giratorias puede ser duro ( de hecho lo es…y mucho…al menos en mi caso lo ha sido), requiere un doloroso examen de nosotros mismos, difíciles acciones correctoras y maniobras críticas, a pesar de ello, reforzar los lazos entre los aspectos material y espiritual de nuestro ser, nos libera de los grilletes que nos impiden la expresión completa.

Nos liberamos para hacernos verdaderamente reales, abiertos y felices.

Nos liberamos para entrar en coherencia y curarnos.

Entrar por nuestras puertas es entrar en el reino del PROPOSITO. Creo, estoy convencida de ello, que cada uno denosotros ha nacido para alcanzar un cierto propósito.

Este propósito es nuestra vocación última. Se origina en nuestro espíritu, en nuestra esencia. Vivir nuestro propósito es el proceso dinámico por el que sanamos o superamos nuestros bloqueos y concepciones erróneas, a la vez que expresamos nuestro verdadero ser.

Vivir nuestro propósito es expresarnos plenamente, expresando nuestro yo espiritual en el mundo material.

Vivir nuestro propósito es la prueba de que hemos alcanzado el completamiento. Nuestro yo espiritual nos da la dirección y nuestro yo físico crea la realidad concreta. Cuando estas partes de nosotros están integradas, estamos siendo todo lo que podríamos ser.Esa es la clave de la felicidad.

Como cada uno tenemos un propósito diferente, cada uno de nuestros procesos requiere que nos apoyemos en nosotros mismos. Conforme reclamamos nuestros yoes visible e invisible, aprendemos a aceptar la responsabilidad de entender nuestro yo invisible y sanar cualquier malentendido que tengamos al respeto.

El primer paso es encontrar la paz y el equilibrio dentro de nosotros mismos, poner a un lado las energías de la duda, la ira, la separación y el miedo que nos impiden manifestar nuestro potencial completo.

 

“A cada uno de nosotros le corresponde cantar la luz. No puede hacerse por ti. No puedes abdicar la responsabilidad de ti mismo” Dhyani Ywahoo

Tenemos que aceptar la responsabilidad de traer ese yo interno y espiritual a nuestra realidad externa material.

Volverse responsable de uno mismo implica conocer cuándo y cómo proteger o revelar nuestras verdades internas.Entender la naturaleza de nuestro propósito, y la naturaleza de nuestros sistemas de energía se vuelve algo imperativo, es a través de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra alma que adquirimos los conocimientos de nuestros yoes y de nuestras capacidades.

Aprender acerca de estos sistemas de energía, va a requerir entender más de lo que un libro de texto de ciencias puede proporcionar. Entender términos como Chakra, centro de energía, Kundalini, intuición…se vuelve fundamental por ser medios que podemos utilizar para vincular o amalgamar nuestros yoes.

Entender y aceptar nuestros propios miedos, desafíos y oportunidades también es importante, porque requiere una disposición a destruir las limitaciones que coartan nuestras visiones.

En mi propio camino, he tenido que enfrentar muchas barreras ( y las que me quedan), con el fin de liberarme de las reglas que gobernaban mis percepciones limitadas. Me conocía a mi misma tal y como me conocían mi familia y mi cultura.

Mi cuerpo estaba compuesto de órganos, tejidos, células…necesitaba comida y ropa.Mi mente quería libros e instrucción. Mi alma necesitaba liberación.

Desde jovencita empecé a cuestionarme la validez de esas reglas concretas. Pasé por varias experiencias, como cuento mi bío. Aunque hacía las cosas “correctas”, no sólo no era feliz, sino que me sentía totalmente insatisfecha.

Aunque inteligente, llena de ideas y conceptos, libros, universidades, no podía responder a mis propias preguntas.

Los últimos años han sido una búsqueda que me han llevado por muy diversos lugares, selvas y templos. De libros de anatomía a libros de misticismo.

A lo largo del camino, me he cruzado con muchos otros buscadores, compañeros de viaje y una verdad ha emergido, una que muchos otros viajeros han repetido: entender el yo, depende de que se acepte que hay en nosotros mucho más, mucho mucho más que este traje físico que vestimos, esto que se nos ha contado que es la realidad.

“Somos los días y las noches, y somos las estrellas que iluminan las cámaras estrelladas.Somos todo.Recordar esta verdad es sentir el sol y la luna dentro de nuestro cuerpo como espirales danzantes, grandes misterios de la mente en desenvolvimiento” Dhyani Ywahoo

Además de apoyarnos en nosotros mismos, creo que este viaje hacia nuestro ser requiere que aprendamos a relacionarnos con los demás y con las fuerzas de la naturaleza y del cambio.Sólo en esta interacción nos conoceremos. Igual que nuestro propósito es una puerta para la expresión de nosotros mismos, también es una oportunidad de ayudar a los demás. Debido a esta oportunidad, cumplir nuestro propósito, vivir nuestros sueños y volvernos felices dependen de que transformemos las barreras que impiden la conexión completa entre nosotros y los demás. Las relaciones desarticuladas pueden basarse en una falta de comprensión de nuestra verdadera naturaleza interna o de la del otro, o en traumas de la vida real.

Ser una “puerta giratoria” significa ser capaces de tratar con las personas que nos traban y nos limitan, y abrirnos a la gente que nos mantiene en la corriente.

Debido a nuestra interdependencia, entender nuestras relaciones con los seres, visibles e invisibles ( los que los vemos…) cobra un nuevo significado.

Somos seres holísticos: seres que son completos y que viven en lo completo.La felicidad implica alcanzar esa realidad.

Lorena Cuendias

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