La Danza del Universo

 
 Una persona que reconoce su poder, no necesita imponerlo.

Una persona que se siente merecedora, no exige merecimiento. El merecimiento es callado.

Una persona que se siente válida y reconocida por sí misma, no necesita que otros la validen y la reconozcan.

Alguien que sabe quién es, no pretende convencer a otros a cerca de quién es. No les pide permiso para SER.

Una persona que establece y conoce sus límites, no necesita decirle a los otros hasta dónde llegan esos límites. Se obvian. Se reconocen. Se perciben. Se sienten.

Alguien que se siente conectado, habitado, que es hogar en él mismo, no demanda ni exige espacios en los otros.

Alguien que se escucha, escucha.

Alguien que no se juzga, no juzga.

Alguien que se perdona, se abraza y es compasivo consigo mismo, perdona, abraza y es compasivo con otros.

Alguien que se comprende y se acompaña, respeta sus tiempos y sus ciclos, puede comprender, acompañar y respetar los ciclos de los demás.

Una persona que abraza su luz y su sombra, y le da la bienvenida con ojos enormes de querer saber y conocer más, abraza la luz y la sombra en los demás, con ojos enormes de querer saber más.

Alguien que respeta sus procesos, puede respetar los procesos de los demás.

Esto, “solo” requiere CONCIENCIA.

La conciencia se cultiva y se trabaja, es un llamado interior a despertar.

Alguien que está alineado con el conocimiento de que todo sirve a un propósito mayor, se relaja y confía, porque sabe que cada experiencia, cada persona, cada mal estar en el cuerpo, es un regalo lleno de información sobre ella misma. Es la danza del Universo.

Lorena

Déjame un comentario

Lo más leído

Comienza aquí tu viaje sagrado

SUSCRÍBETE A LA NEWSLETTER PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS ARTÍCULOS DEL BLOG Y MÁS