Dicen que el Águila es el ave más longeva. Puede llegar a vivir hasta 70 años.
Pero dice un mito, que no todas lo consiguen. A mitad de camino, sus uñas, curvas y frágiles, ya no pueden agarrar a sus presas. Su pico, alargado y puntiagudo, se curva sobre sí y sus alas envejecidas, pesadas y gruesas, ya no le permiten elevar su vuelo.
Entonces, sólo tiene dos opciones: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación.
Durante éste, volará a lo alto de una montaña, y se refugiará en un nido. Durante un tiempo, ya no volará. Se deshará de su pico golpeándolo y esperará el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá sus viejas y retorcidas garras.
Esperará que vuelvan a crecer, y con sus nuevas uñas, y su nuevo pico, se deshará de sus viejas plumas, y esperará a que renazca su nuevo plumaje. Y entonces, abandonará el nido, y alzará su vuelo, más alto que nunca. Un vuelo de renovación. El vuelo transformado.
Los mitos están cargados de mensajes simbólicos. Sea éste verdadero o no, lo cierto es que estamos rodeados de Águilas que han elegido morir. Sus plumas pesan demasiado, o al menos, eso han creído o prefieren creer. No puedes hacer nada por ellas si ellas no quieren siquiera hacerlo por ellas mismas, y tampoco tienes que quedarte a mirar. Es Su vuelo. Es Tú vuelo.
En cambio, sí puedes mostrar tus inmensas alas nuevas a aquellas que han decidido buscar el refugio en la montaña. A las valientes. A las que han decidido que a pesar del dolor, pasarán en la oscuridad los próximos tiempos, sin saber si quiera a dónde llevará todo aquello, con la certeza, que sea donde sea, será un lugar mejor.
Lo harás porque tú sí lo sabes.
Lorena
Un comentario
Muy interesante este y todos los artículos que has publicado Lorena. Muchas gracias por compartirlos con nosotros.