La coraza pélvica

Ayer durante una sesión, le pedí a la mujer con la que estaba trabajando que se sacara el cinturón porque podía ver cómo le estaba apretando sobre unos pantalones vaqueros que ya de por sí eran muy ajustados.

Luego me preguntó si pensaba que era importante que tomara consciencia de lo ajustada que es la ropa que se pone y cómo influye en su energía y aquí se me abrió un tema del que no he visto hablar en ninguna parte y que considero muy importante: la ropa como mecanismo de autocontrol y compensación.

Nuestra ropa es una extensión de nosotros. Forma parte de nuestra identidad, ya sea auténtica y genuina o una mera imitación de modas, auto-imposiciones, condicionamientos, identificaciones con tribus, clanes, grupos…y también nos sirve de acorazamiento y compensación. Sea como sea, hablamos a través de ella y muchas veces comunicamos mensajes de los que ni siquiera somos conscientes.

Hay mujeres que se avergüenzan de su cuerpo y se esconden debajo de anchos vestidos que parecen cortinas tras las que ocultar esa vergüenza, rechazo o culpa introyectados.

Hay mujeres demasiado identificadas con su polaridad sexual, que les sirve para manipular, controlar o conseguir satisfacer necesidades infantiles y se sexualizan a través de ella muchas veces objetivándose.

Pero como siempre digo: La energía no miente.

Puedes esconderte detrás de cualquier disfraz, pero lo que emanas y magnetizas no lo puedes ocultar.

Una mujer que ha integrado y trabajado su sombra con respecto a su sexualidad, sensualidad y poder, lo encarna, independientemente de lo que lleve puesto. Se siente, se percibe. Puede ser la mujer más sensual y sexual de toda la habitación y estar debajo de una sencilla camiseta; Otra mujer puede llevar el vestido o escote más escandaloso y no transmitir absolutamente nada más que carencias.

Hay verdades evidentes que no necesitan demostración. Pero, como son evidentes, escapan a nuestra atención.

Una verdad evidente es que nuestra personalidad se expresa a través de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Y nuestra vestimenta es una extensión de ambas.

Es importante tomar consciencia de cómo de cómoda o incómoda me siento con la ropa que llevo y qué dice de mí y de mi proceso.

En psicoterapia corporal, cuando el cuerpo se empieza a abrir y a desacorazar, la ropa apretada e incómoda, que también servía como coraza, ya no se soporta, sencillamente.

Empiezas a estar más conectada con las sensaciones en tu cuerpo y empiezas a darte cuenta de lo que te aprisiona.

Lo  que antes te parecía “normal” y pasaba desapercibido de la misma manera que te parecían normales los dolores, tensiones y contracturas que te aprisionaban físicamente si es que eras consciente de ellos, deja de serlo.

La mayoría de las personas que empiezan a trabajar conmigo están tan desconectadas de su cuerpo, que no son conscientes del dolor que registra hasta que todo ese dolor que han estado evitando se revisita para hacer el trabajo que quedó por hacer.

Cuando estás desconectada de tu cuerpo sencillamente no te das cuenta de lo que te aprieta y de lo que no, porque no eres consciente, como de muchas otras sensaciones.

 Igual que no te das cuenta de lo que te aprietan emocionalmente personas, situaciones, relaciones o contextos.

Todo es un proceso orgánico que camina unido y que forma parte del TODO que es el proceso de sanación.

Otro ejemplo son los tacones.

¿Te habías planteado alguna vez que es imposible estar enraizada caminando de puntillas sobre la Tierra?

Para una mujer, esa postura y las adaptaciones que tiene que hacer su cuerpo para sostener el equilibrio, son de máxima vulnerabilidad. Siempre hago esta prueba el primer día que le hablo de su postura de enraizamiento a las personas con las que trabajo. Me sitúo delante de ellas y les hago un ligero empuje en uno de los hombros hacia atrás. El resultado es que se tambalean o se caen. Pierden su centro. Con tacones no necesito ni probarlo.

Es una medida directa de lo enraizada que estoy en mi cuerpo y lo conectada que estoy con la Tierra que me nutre y me sostiene.

Así que muchas se colocan estiletes de 10 cm y se sienten muy empoderadas sin ser conscientes que un soplo de aire las tira al suelo.

Se sienten en control, pero ¿Quién controla a quién?

Los tacones y el concepto “vientre plano” como medida de control y manipulación patriarcal me parece un tema apasionante para desarrollar más a fondo…pero en otro post.

Uno de los lugares en los que las mujeres estamos más acorazadas es en la pelvis.

En bioenergética se conoce como blindaje, armadura o coraza pélvica. Tanto por condicionamientos sociales, familiares, religiosos etc. como por las propias experiencias traumáticas, la pelvis es como un agujero negro.

La pelvis es naturalmente flexible  y se mueve con facilidad para que pueda permitir el flujo energético en lugar de convertirse en un bloqueo de tu expresión.

Si esta área está blindada, la pelvis deja de ser móvil.

Muchas veces, además de blindar físicamente nuestra pelvis (de forma inconsciente), la blindamos con las prendas que utilizamos: pantalones y ropa imposible que te envasa al vacío como una salchicha.

El blindaje en la pelvis puede crear falta de sensaciones y sensibilidad en los genitales.

Bloqueos energéticos que impactan en el cuerpo físico manifestando síntomas como estreñimiento, hemorroides, quistes, dolor y anestesia vaginal y todo tipo de manifestaciones sexuales e íntimas. Las piernas pueden estar crónicamente frías, adormecidas, tener sensación de hormigueo o varices. Y la circulación a las extremidades inferiores se ve comprometida.

Puede haber dolor en los músculos de las piernas y tensión en los abductores y aductores en los muslos. El esfínter anal y a veces la vagina están crónicamente contraídos,  así como el suelo pélvico. Los músculos de los glúteos también pueden contraerse continuamente.

La vagina puede incluso tener contracturas internas y puntos gatillo.

Cuando yo misma hice (y sigo haciendo) trabajo somático para desacorazar mi vagina me alucinó descubrirlo por mí misma.

El acorazamiento y endurecimiento crónico del cinturón pélvico (segundo chakra) y de todos los músculos entrelazados de la pelvis produce dolor crónico en la parte baja de la espalda, dolor en el nervio ciático, y otros síntomas de desalineación, que afectan a TODO el cuerpo, pero donde tiene un impacto grande y directo es en nuestra sexualidad: Muchos de nosotros hemos sido heridos psicológica o físicamente, abusados, abandonados, maltratados y/o traicionados, por lo tanto, entregarnos a otro sexualmente provoca una terrible ansiedad.

Muchos evitan  el sexo por completo. Otros separan sus emociones de su sexualidad transformando los encuentros sexuales en actos mecánicos y performances desconectadas del corazón.  

Aflojar terapéuticamente los músculos en esta área y permitir la expresión de los  sentimientos allí reprimidos, ayuda a liberar bloqueos.

Es muy importante poder trabajar con todas las demás corazas, y abrirlas para que puedan sostener y equilibrar la fuerte energía reprimida en la pelvis.

A medida que se trabaja y se abre en terapia, la energía empieza a fluir y se mueve a través del cuerpo junto con la respiración, cuando ésta es profunda hasta el vientre. Se empieza a sentir vibración y ondas de energía en todo el cuerpo que produce una sensación muy placentera y expansiva.

Si mi ropa acoraza mi vientre, no puedo respirar. Mi pelvis no puede moverse libre y naturalmente.

Cuando la pelvis no está abierta y la capacidad de vulnerabilidad es limitada o inexistente, recurrimos a actividades que crean hiperestimulación para poder sentir algo.

Anhelamos sentirnos conectados con la energía Vital.  Ese es el motivo por el que muchos se hacen adictos a la pornografía, a la masturbación, al sexo, a las drogas…

Erotizamos  los elementos de la vida, haciendo del sexo una fijación, volviéndonos narcisistas y queriendo controlar a los demás a través de nuestra sexualidad, u objetivándonos como decía al principio, convirtiéndonos en símbolos eróticos.

Nos maltratamos en el gimnasio, nos implantamos o usamos sustancias o transformamos nuestro cuerpo para hacernos más deseables de acuerdo con los modelos sexuales sociales. Distorsionamos totalmente la sexualidad, algo que debería ser absolutamente sano y natural.  

Cuando estamos abiertos, nuestro cuerpo está abierto y necesita respirar.

Trataremos por tanto, de facilitarle esa respiración y como consecuencia, las prendas que utilicemos cambiarán de forma natural por prendas que permitan la fluidez natural de mi energía. Es sentido común. Tu cuerpo te lo pedirá de forma natural.

Experimentaré mi sexualidad como una parte natural de la vida, con sensaciones y sensibilidades fácilmente disponibles que no tendré que buscar inconscientemente creando intensidad en escenarios que no son sanos para mí. En cambio, lo haré a través de relaciones genuinas que me nutran de esos sentimientos tiernos.

Conclusión:

Para mantener la dureza y el control en el cuerpo / mente, buscaré las formas necesarias para  acorazarme psíquica y físicamente. Lo que elijo vestir es parte de ello.

Esto no quiere decir que un día no te apetezca imbuirte en un pantalón vaquero, o en una falda tubo, o calzarte unos tacones porque te apetece sentirte sexy para ti, pero te garantizo que serán los menos y al menos, lo harás desde tu consciencia y soberanía personal: Desde tu elección consciente.

Que estés bien,

Lorena

Déjame un comentario

Un comentario

Lo más leído

Comienza aquí tu viaje sagrado

SUSCRÍBETE A LA NEWSLETTER PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS ARTÍCULOS DEL BLOG Y MÁS