Codependencia

Parte 1 de 2

Codependencia: Dejar de ser quien eres para adaptarte a lo que otros quieren que seas y poder encajar. Darte sentido de pertenencia.

La codependencia es peligrosa, hace que te pierdas a ti misma para encajar con otros. Así es como te pierdes en el otro, hasta que ya no queda nada de ti.

Te regalas. Y te vendes tan barato, que te terminan robando.

La codependencia camufla tu verdadero Ser tan bien que ya no sabes quién eres.

Vives permitiendo inconscientemente que las personas que crees que necesitas para sobrevivir te digan lo que les gusta y tú lo aceptas con la esperanza de gustarles.

Con la esperanza de que no te abandonen.

Con la esperanza de llenar tu vacío interior. Ese vacío es tu sentimiento de abandono que tratas de llenar a costa de lo que sea, con lo que sea. A costa de negarte, con tal de no sentirlo para sanarlo.

Cuanto más haces esto, más te estás traicionando y perdiendo tu identidad gradualmente. Hasta que ya no sabes más quién eres, qué necesitas TÚ. Qué quieres TÚ. Qué es bueno para TI.

Esta pérdida de una misma es profundamente perjudicial para tu singularidad y tu propósito en esta vida.

Mi dinámica familiar estaba basada en la codependencia. Aún hoy tengo que estar muy atenta para que mis límites no sean atravesados, porque así es como ha venido siendo la forma de vincular adquirida. Atravesar todos los límites, estar dispuesto a hacer cosas que no tienes por qué, el sacrificio, la auto-negación, eso es lo que se entiende por lealtad y amor.

Hoy se que no lo son.

Tampoco les culpo ni les responsabilizo. Cada uno hace lo que puede como mejor sabe y tiene el nivel de conciencia que tiene en ese momento y la herencia transgeneracional que otros hemos venido a cuestionar y dinamitar.

Durante años viví una vida que era una mentira. Estaba basada en lo que tenía que ser, en lo que se esperaba de mi. Tenía el trabajo, el cochazo, la pareja y la casa. Todo mentira. Ni siquiera estaba enamorada de aquella persona. Hoy se que nunca quise aquella casa ni aquella historia que compré en un impulso basado en traumas y fantasías infantiles. La honestidad que me exigió reconocer esta verdad fue muchísima y vino paulatinamente con el tiempo.
Reconocer cómo me había negado a mi misma hasta ese punto significaba aceptar y asumir mucho. Demasiados aspectos de mi.

Mis relaciones eran vínculos basados en temas sin resolver. Alimentados por el material alojado en mi sombra, sin aceptar, sin integrar. Reprimido.

Hasta que la mierda era tan grande que era insostenible y explotó. Y mi cuerpo también. Enfermé, para sanarme. Caí en el agujero más profundo que nunca he visto. Caí tan abajo porque no había otro modo de llegar hasta donde yo me había sepultado a mí misma. Y ese día, me salvé y empecé a alimentar mis raíces profundamente enraizadas en la Tierra. A alimentarlas de mi propia esencia. De mí.

Fui construyendo unos cimientos firmes y verdaderos sobre los que apoyarme y re-construirme, para que la vida no volviera a tumbarme de aquella manera.

Me llevó años y aún estoy construyendo y creando mi mayor obra de arte: Yo.

En realidad, es a lo que hemos venido, así que lo haremos hasta el último día, el último suspiro. Eso es lo que hace que la vida, sea una Vida de propósito.

Sabes quién eres cuando puedes expresar lo que quieres.

Y es posible que no obtengas todo lo que deseas, pero lo que es seguro es que tienes derecho a pedirlo. Y si te es difícil saber lo que quieres, haz una lista de las cosas que no quieres y busca su opuesto.

Tienes que saber que puedes tomar decisiones basadas en tu Verdadero yo. Que eres merecedora y digna de recibir y que has venido a re-encontrarte contigo, para no volverte a alejar de ti nunca más.

Que estés bien,

Lorena

Déjame un comentario

Lo más leído

Comienza aquí tu viaje sagrado

SUSCRÍBETE A LA NEWSLETTER PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS ARTÍCULOS DEL BLOG Y MÁS