Aquí….ahora

Ya está. Me planto. Me quedo aquí. No hay mejor lugar.

Hace unos días estaba en plena selva de Borneo. Estábamos haciendo un trekking, y yo iba a la cola de la fila, rezagada. Me parecía que iban demasiado rápido, no dejaban de hablar entre ellos, yo me estaba perdiendo cada instante por seguir su ritmo, y estaba distraída por intentar integrarme en la conversación. De pronto paré y esperé a que se alejaran.

 

Cuando dejé de verlos y de oírlos, sola, miré hacia arriba, y en círculo. Árboles inmensos me rodeaban, plantas de hojas infinitas, lianas, sonidos de aves y otros animales. Naturaleza desmedida apabullante. No había un sólo hueco sin ocupar. Todo estaba entretejido como en un inmenso abrazo. Ni siquiera podía ver el cielo. El esplendor de todo aquello abrumaba.

No estaba sola. Podía percibir todo tipo de energías con una fuerza que mareaba, difícil de sostener.

Cerré los ojos, y empecé a contar, a ver cuántos sonidos distintos era capaz de identificar. Cuando llevaba unos 12 o 13, el sonido se intensificó en un estruendo, y todas las notas se unieron en una sola, que era como un pitido, una vibración chirriante y aguda.

Me recordó a cómo los chamanes inducen un trance tocando los tambores y se refieren al sonido del tambor como al latido de la tierra.  Aquel podría ser sin duda  el latido de la Tierra. Sentí que me iba a estallar la cabeza y los oidos y cuando pensaba que no lo aguantaba más, desaparecí.

No es que me desintegrara, es que dejé de estar en mí. No sé cuánto tiempo pasó, pero dejé de sentir mi cuerpo. No estaba en él, me había desvinculado. Estaba unida a todo aquello, como flotando en ello. Podía sentir cómo todo estaba conectado con todo y conmigo. Era una red densa, con una fuerza de atracción que te absorbía hacia dentro de algo, como hacia ese algo mismo, lo sentí como caer hacia dentro de aquello, integrarme en la mónada, entregarme al momento.  Estaba sostenida. Estaba ahí, estando de Estar. Disuelta.

Sentí vértigo. El mismo que he sentido antes cuando en alguna experiencia siento que me voy a desintegrar, a dejar de existir.

Aprovechando el miedo, volvió el ego, aferrándose con uñas a este cuerpo, trayéndome de vuelta. Y como en la frenada de llegada en una montaña rusa, sentí un zarandeo y lágrimas de emoción me resbalaban por la cara.

Me envolvió la tristeza. Esa que conozco tan bien.El anhelo de aquello. La unidad. La libertad del no cuerpo.El otro lado.

Volví a recordar dónde estaba, aquí, en la experiencia de la materia. No quería. Una vez más volví a convencerme, a abrazarme. Me volví a contar el mismo cuento de siempre, es por algo grande, es un viaje maravilloso, es tu viaje hacia ti. Es tu encuentro.

Hay días que me cuesta mucho creérmelo. Pero hoy, alguien a quien adoro, me ha contado una historia maravillosa. Una historia de magia. De magia bonita. De cómo de pronto la vida te hace un regalo, así, de un día para otro, y tú, que estás justo “ahí”, lo tomas. Y te das cuenta, que en realidad, no hay azar. Que todo está asombrosamente entrelazado.

Que somos todos esos sonidos de la selva, que en un momento se unen en una sola nota y algo implosiona y nace y se crea. Como campos gravitatorios demasiado fuertes cerca de un agujero negro creando Universos. Un impulso violento que te empuja a la experiencia de la vida.

Últimamente, no hago más que sentir esos impulsos violentos de Vida. Una fuerza que me arrastra hacia algo, con el corazón latiendo desbocado, eufórico, despierto. Como si de pronto hubiera descubierto las maravillas de existir y después de haber estado dormido por eones, quisiera recuperar todo el tiempo pasado. Como un ciego que recupera la visión. Como un sordo que escucha música por vez primera. Si tuviera cara y gesto, sería una niña la mañana de Reyes delante de sus regalos. Un alpinista habiendo coronado una cumbre. O una tarde de primavera y de brisa en la cara. Amanecer. Una mirada al mar inmenso e hipnótico.

Momentos. Instantes.

El corazón es un refugio sin refugio, y no voy a salir corriendo.

Ya está. Me planto. He llegado. Me quedo aquí. No hay mejor lugar.

Lorena

Déjame un comentario

3 comentarios

  1. Es maravillozo sentir la energía, que nos conecta con Divinidad.Gracias por compartir ésta experiencia.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comienza aquí tu viaje sagrado

SUSCRÍBETE A LA NEWSLETTER PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS ARTÍCULOS DEL BLOG Y MÁS

EL DESCENSO EN TU CUERPO: UN VIAJE PSICOCORPORAL DE TRANSFORMACIÓN DE 9 SEMANAS
EL DESCENSO EN TU CUERPO: UN VIAJE PSICOCORPORAL DE TRANSFORMACIÓN DE 9 SEMANAS