Onirogenia

Hace unos días, no podía dormir. Bueno, esto me viene pasando desde hace bastante, por esta ola de calor insoportable, pero concretamente, hace unos cuantos días pasó “algo” además de eso.

Había probado ya varias cosas. Meditación, yoga Nidra…nada. Vuelta a un lado y a otro. Así que decidí rendirme y sólo “observar”. Sentir mi cuerpo, la inquietud, y lo que iba apareciendo en mi pantalla mental. Imágenes del día, caras, fragmentos de diálogos, alguna que otra voz. Me encanta hacer ese ejercicio y mantenerme al filo de la inconsciencia lo máximo posible. Pasan cosas mágicas.

Pero ese día estaba completamente consciente, cuando de pronto me sentí en otro lugar, protagonizando una escena absolutamente vívida.

Empecé a ver lo que parecía un pañuelo en la cabeza de alguien. Todo el resto de la escena se fue construyendo a partir de él. Estaba anudado, como una especie de turbante. Debajo empezó a aparecer una cabeza, luego una cara, y luego su expresión. Era una mujer anciana. Al instante pude ver toda la escena completa.

Era una choza, muy pequeña, con el suelo de arena. Arena muy fina, un poco anaranjada. Estaba fresca. La sentía bajo mis pies. Sentía su textura y su suavidad. Era como una tiza muy fina, casi como harina. La anciana delante de mí parecía remover algo sobre un fuego. Una especie de brebaje. Olía a hierbas. Estaba muy concentrada, pero sabiendo de mi presencia.La estancia era un poco oscura, iluminada tan sólo con algunos rayos de sol que penetraban un improvisado tejado de lo que parecía paja. Estábamos casi en penumbra.

Mi cuerpo seguía en la cama, pero mi conciencia no. Estaba allí, de rodillas en el suelo, delante de esa cocinilla, mirando embelesada a aquella misteriosa mujer, y sintiendo un respeto infinito. De alguna manera la conocía, no sé explicarlo.

– Qué hago aquí??- Pregunté, asombrada.

La mujer me mirada divertida, pero con un aire de profunda solemnidad a la vez.

-Aquí trabajamos la “hierba madre” niña-

¿¿La hierba madre???? Esa no me la conozco. Y Ayahuasca no es. O al menos, hasta donde yo sé, no se la conoce por ese nombre.

-Hierba madre???-Pregunté.

Siguiendo a lo suyo, removiendo lo que fuera que estaba cocinando, y como si no me hubiera escuchado, me dijo:

-Busca la hierba madre, y tómala. La tomarás en Luna llena. Ella te descubrirá tus tesoros internos.

FIN

Abrí los ojos.

¿Hierba madre???? Pegué un salto y encendí el móvil para googlear aquello. Lo puse tal cual en el buscador: Hierba madre.

El primer resultado que me dio Google me hizo “clic” por dentro: Artemisia absinthium. Conocida desde muy antiguo ya por los egipcios, y transmitida después a los griegos, esta hierba ha sido denominada la “madre de todas las hierbas”.

Se la conocía por ese calificativo en la obra “Tesoro de los pobres” dadas sus múltiples aplicaciones curativas.

Qué casualidad. Unas semanas antes había estado fumando Artemisa.

El año pasado, ya se empezó a cruzar por mi camino esta hierba, hasta que la compré para probar cómo de cuánto había de verdad en su capacidad para inducir sueños lúcidos, y viajes astrales.

Sin duda, las tiene, pero esto debe ser dar un paso más, y además también creo que tiene que ver con una experiencia que tuve hace unas semanas en clase, donde ciertas capacidades perceptivas entraron en proceso de re-activación y el caso es que estoy notando ciertas cosas.

Sabía que era una hierba utilizada por las brujas. La tomaban en infusión porque potenciaba sus poderes adivinatorios. Y que los egipcios rellenaban sus almohadas de artemisa para tener sueños proféticos.

No tenía ni idea de su conexión con la Luna. En la mitología, Artemisa era la Diosa de la caza y de la Luna, los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas, que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres. Como Diosa de la Luna se la relaciono con Selene (Cielo) y Hécate (Mundo Subterráneo), formando la Trinidad Lunar. Diosa de los bosques y colinas, a menudo se la representaba como una cazadora llevando un arco y flechas.

Me hace gracia, porque unos días antes de que pasara esto, una amiga me envió una imagen por whatsapp, así, porque sí, totalmente espontánea y sin venir a cuento, de la portada de la película “Brave” de Whalt Disney, diciendo: Mira, así eres tú. Y no porque me parezca, obviamente.

Más curioso me parece, que en el libro “Las Diosas de cada mujer” de Jean Shinoda Bolen, me identificaba claramente con el arquetipo Diosa-Mujer Artemisa. Lo vi claro según empecé a leerlo descartando el resto de arquetipos. En la mitología hay muchísimo de psicología, y me ayudó mucho a comprender mi proceso personal.

Extracto del libro:

Personifica el espíritu femenino libre, hace posible que una mujer busque sus propias metas en el terreno que elija. Artemisa como diosa era inmune al enamoramiento, era una en sí misma, cuidándose sola. Es sentirse completa sin un hombre y con él puede hacer su vida sin necesitar su aprobación.
Artemisa representa las cualidades idealizadas por el movimiento feminista: realización y competencia, independencia de los hombres y de las opiniones masculinas y preocupación por las mujeres indefensas. Artemisa es el arquetipo de la hermana mayor. Para ella el sexo será algo recreativo y físico y no-expresión del compromiso emocional.
Para ir más allá de este arquetipo, se debe desarrollar su potencial inconsciente de receptividad, aprender a amar y a preocuparse profundamente por otro. Puede que esto se haga en una relación o teniendo un hijo. Lo cual suele suceder en la segunda etapa de su vida, después que se haya aplacado un poco la excitación de la caza.

Pues sí, recorriendo el camino de la vulnerabilidad y la sensibilidad estamos. Acercándonos.

La próxima Luna llena es el 31 de julio. Viernes. Regido por Venus. Este mes tiene dos lunas llenas, por ello, a esta segunda Luna se le llama “Luna azul”. Esto ocurre aproximadamente cada dos años y medio.

Esta luna azul se corresponde simbólicamente con la claridad verdadera y con la posibilidad de comprender lo sustancial y de acudir a las verdades que duermen silenciosamente en lo más profundo.

Es un momento mágico y estelar que propicia ir al fondo y hallar así respuestas y explicaciones a lo que significa la vida y el hacer parte de ella. Qué casualidad…. de todo esto me he dado cuenta después de empezar a investigar mi encuentro con la chamana. Julio. Luna azul….”toma la hierba madre”….” la tomarás en Luna llena”.

Siento que estoy cerrando un ciclo. Un ciclo muy importante en mi vida. Muchas puertas se están abriendo. Puertas de percepción. Veo mensajes en todas partes. No termino de hacer la pregunta y ya he obtenido la respuesta. Es magia.

No te voy a animar a ingerir nada, ni te lo recomiendo ni me hago responsable de ello. Existen diversas variedades de Artemisa, unas con más o menos contenido en Tujonas, que pueden llegar a ser tóxicas y está absolutamente desaconsejado su consumo durante el embarazo ya que son abortivas. Cuidado con lo que hacemos. Seamos responsables

Bueno…pues esta es la anécdota…..veremos qué sucede en próximos capítulos, hasta entonces:

Edito el post unos días después, porque causalmente, me he encontrado este artículo interesantísimo en http://pijamasurf.com/2015/07/el-misticismo-del-momento-justo-antes-de-quedarse-dormido/

El misticismo del momento justo antes de quedarse dormido

Antes del olvido y la caída en los brazos del sueño hay una posibilidad de percibir de otra forma, acaso sin las constricciones de la mente racional, y penetrar en una dimensión más sutil de la conciencia, cuya topología imaginal ha sido celebrada por ilustres exploradores.

Todos hemos escuchado sobre –y ojalá experimentado– las virtudes creativas y espirituales del sueño. Al internarnos en el espacio onírico, nuestra mente consciente abandona el control y se activan zonas más profundas que suelen ser profusos surtidores de imágenes, historias y en ocasiones revelaciones, descubrimientos e incluso teofanías. Pero más fértil todavía que el sueño –tomando en cuenta su producción en proporción a su duración– es esa fase en la que merodeamos en el umbral del sueño y, mientras somos llamados por Morfeo y las ninfas del Leteo, mantenemos una ligera conciencia, un ágil aplomo y nítida recolección. Estamos, por así decirlo, entre mundos, en la encrucijada –la zona favorita de Hermes, en un espacio liminal desde el cual podemos experimentar la extraña dinámica de mundos contiguos que se encuentran en un vórtice de corrientes psíquicas.

El centro de nuestra percepción parece haberse movido y nuestro proceso de pensamiento se hace transparente e ingrávido, somos observadores, relativamente desapegados, de la mente que se autosimboliza… y se desvanece. Por segundos estamos en algo que podría describirse como un sueño lúcido, solo que aún no hemos entrado propiamente en el territorio del sueño, en el inframundo, y se nos permite también mirar hacia la luz de la vigilia y enlazar mundos y estados de conciencia.

Este estado previo al sueño es llamado “estado hipnagógico”

(que lleva o eleva al sueño) e históricamente ha sido usado por científicos, artistas y místicos para de alguna manera minar su propia conciencia –o la del universo mismo que se interpenetra– y obtener joyas que parecen estar incrustadas en las puertas de la percepción de los intermundos. La lista de personalidades que se han servido de este estado y que incluso han aprendido a extenderlo y refinarlo es vasta y merece revisarse a manera de aliciente para la propia psiconáutica. Sin embargo, en una primera parte, quiero concentrarme en la  descripción del estado hipnagógico que hace R. A. Schwaller de Lubicz en su biografía novelada, escrita por André VandenBroeck, Al-Kemi. Schwaller de Lubicz es probablemente el maestro detrás de “Fulcanelli”, el adepto que habría conseguido atrapar el espíritu en los vitrales, como ocurrió antes en los “rojos y azules de Chartres”. El libro de VandenBroeck cuenta la breve etapa en la que el autor fue instruido por De Lubicz (el alquimista Aor) en la ciencia hermética. A diferencia de algunos libros de este tipo –de iniciación esotérica, maestro y discípulo, como los de Carlos Castaneda, sabemos por lo menos que Schwaller de Lubicz existió y podemos de alguna manera evaluar su “doctrina”, leyendo sus libros, especialmente The Temple of Man, una obra monumental sobre la ciencia sacra del Egipto faraónico, que tal vez sea una de las últimas grandes obras esotéricas. De Lubicz explica:

El segundo antes de caer en el sueño es el momento más valioso del día, cuando el córtex cerebral se apaga y tú sigues en una conciencia despierta.

Realmente es el estado meditativo perfecto, y las asociaciones hechas en ese estado no obedecen reglas lógicas; pueden traer consigo verdaderas revelaciones al liberarse de la rutina de los significados racionales. Como la mente ha abandonado el control, pero no la conciencia, deja el campo abierto al complejo emocional que usualmente yace suprimido y atado por la mente. Date cuenta que la presencia última de la más alta función intelectiva, aunque en un estado completamente pasivo, es esencial porque sin esa presencia simplemente estás dormido y soñando, y nadie nunca ha logrado nada en un estado de sueño profundo… Algunos estados de conciencia pueden compararse con sueños, pero si han de servir a la conciencia, deben ser una agudización, no una obnubilación.

En este estado se sumerge André VandenBroeck después de meditar sobre una “esfera espiral” y escuchar hipnóticamente la frase “Le verre de Chartres est teint dan sa masse par l’espirit volatile des mètaux” (“el vidrio de Chartres está teñido en su masa por el espíritu volátil de los metales”). No es poca cosa dentro de su instrucción, porque para De Lubicz la alquimia es fundamentalmente un trabajo de percepción, de ver la operación hermética ocurriendo perpetuamente en las cosas más ordinarias. “Estoy enseñando una conciencia funcional que necesita un corte momentáneo, une coupure, una eliminación del córtex cerebral tan bien lograda que no solo las maquinaciones del cerebro desaparezcan sino también toda representación formal”. “Entre menos esté presente la cabeza, más se inscribirá por la vibración emotiva…

Es importante el rol de los estados emotivos en la inscripción”. La inscripción, según De Lubicz, es el cultivo y almacenaje de la conciencia que trasciende la existencia temporal de un individuo. Momentos de percepción depurada, como se nos abre la posibilidad antes de dormir, podrían convertirse una especie de impresión eterna, de ver la eternidad pero sobre todo de inscribir la eternidad en el organismo (conocer es convertirse en lo conocido). En diversos momentos De Lubicz esboza una teoría de la percepción, el gesto alquímico:

Hay una visión pertinente a cada momento cósmico particular… el momento presente, tal como lo defino en mi libro, es de hecho la eternidad.

Sabemos que todo se está creando cada momento, y todo también se pierde [cada momento]… La Obra [alquímica] no es el descubrimiento de una técnica… es la percepción de un proceso existente. Es la percepción la que es objeto de estudio y oración.

VandenBroeck así entiende lo que le presenta De Lubicz: “En este silencio total las palabras formarían significados de la manera más natural, sin nuestra interferencia. Ahí el universo hablaría, no el córtex cerebral. Este es el acto, el estado de conocimiento”.

Este dejarse para que el universo entre o hacerse a un lado para ser atravesado por la inteligencia cósmica parece ser un motivo común a la hipnagogia entre místicos de todas las eras.

Gary Lachman cuenta que el filósofo neoplatónico Jámblico, entre sus múltiples prácticas teúrgicas, utilizaba la hipnagogia, “una condición entre la vigilia y el sueño” en la que venían ‘voces’ y ‘luces’ brillantes y tranquilas” aparentemente enviadas por la deidad. Swedenborg, el gran místico sueco, dice Lachman, “desarrolló un método para inducir y explorar estados hipnagógicos, en los que viajaba al cielo, al infierno y a otros planetas”.

Famosamente el químico August Kekulé descubrió la estructura del anular de la molécula de benceno vislumbrando un uróboros (una serpiente que se muerde la cola) durante un sueño hipnagógico.

Tradicionalmente la imaginación es el órgano de la percepción de los mundos sutiles por excelencia.

La imaginación que tal vez se activa en esos momentos de duermevela (de veleo y de vuelo), justamente cuando el cerebro se retrae y quita las manos del volante, puesto que como creen los místicos sufíes, la imaginación y la intuición no son dependientes de la mente, sino que se ubican más en el corazón, “el órgano que produce conocimiento verdadero, intuición comprensiva, gnosis (ma’rifa) de Dios y de los misterios divinos”, dice  el islamólogo Henry Corbin.

Quizás antes de dormir manteniendo la calma en ese momento vertiginoso podemos alcanzar a ver con el corazón por algunos instantes y, con el ojo abierto del corazón, espiar la eternidad o percibir el translumbramiento del paraíso.

Existe una aristocracia de exploradores hipnagógicos, Gary Lachman enlista algunos: William Blake, Samuel Taylor Coleridge, Thomas De Quincey, Edgar Allan Poe, Gérard de Nerval, Havelock Ellis, C. G. Jung, Jean-Paul Sartre, Ernst Jünger…

Espero que esta introducción a las delicias misteriosas de la hipnagogia y particularmente al abrevadero del momento justo antes de dormir –en el filo del cielo-abismo– sean un buen aliciente para que quien lee esto intente observar su propio proceso de entrada al sueño: esa conciencia particular de atravesar una puerta. Se me ocurre que una forma de hacerlo es practicando la famosa meditación pitagórica de revisar antes de dormir los acontecimientos del día –así, que la película del día corra hasta disolverse en la pantalla del umbral como podría ocurrir también con la muerte o ese instante final en el que, según cuentan, se puede ver toda una vida de alguna manera contenida en un momento y desdoblándose justamente en esa percepción de la luz que se libera de la estrecha limitación del cerebro.

El momento antes de dormir es el momento más importante del día y el momento antes de morir es el momento más importante de la vida:

Ambos, uno intuye, son en realidad el mismo momento. Tal vez el estado de hipnagogia sea un escenario virtual para entrenarnos para la muerte y no perder lo que hemos logrado en conciencia, en términos de Schwaller de Lubicz, lo que hemos inscrito en nuestro ser, inefablemente hasta los huesos.

Twitter del autor: @alepholo

Disfruta de tu viaje mágico.

Lorena

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2 comentarios

  1. Saludos, llegue a tus escrito buscando una información similar. como tomarla. me puedes responder a mi correo.

    mil gracias por tu escrito, se lo que dices.

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