La promesa

Si, soy yo.

     Había una vez una niña. Su cuerpo era pequeño, pero tenía unos enormes ojos llenos de asombro.

Siempre se sintió de muy lejos, de más allá, de cualquier otra galaxia menos de aquí. Tenía la sensación de haber aterrizado por error en el lugar equivocado. Como si no hubiera introducido correctamente las coordenadas en su DeLorean, y al bajarse, se encontrara en medio de una batalla campal, sin posibilidad de retorno, al menos por el momento.

Sin tiempo que perder, tuvo que ponerse a cubierto. Se buscó una trinchera, y se fabricó un súpertraje- súperprotector. En realidad, se hizo varios, y se los iba cambiando.

Pasaba el tiempo entre la trinchera y la batalla. Cuando estaba dentro, se daba cuenta de que se perdía muchas cosas de fuera pero cuando salía, terminaba llena de magulladuras y rebozada en barro. Y con unos pelos!!!

Aquí están todos locos! – Se decía a menudo. No terminaba de entender nada de lo que allí ocurría. Por más que lo intentaba, no comprendía ni el idioma. Es que todo le parecía contradictorio.

Allí, las personas que más se querían, eran las que más se dañaban. Arrasaban con todo. Con cosas sagradas, como bosques y animales. Habían fabricado tecnología para viajar al espacio, pero eran incapaces de acabar con el hambre, la enfermedad, la ignorancia, la inconsciencia.

Unos se protegían de otros. Hombres de mujeres. Mujeres de hombres. Hombres de hombres. Todos de todos! Y de todo!

Estaban aterrados, heridos, tremendamente confundidos.Dormidos.

Un apocalipsis Zombie era aquello. Cuántas veces en su pequeña trinchera pidió despertar, segura de que aquello no era más que un sueño. Bueno…una pesadilla en realidad. Muchas veces se maravillaba de cosas absolutamente fascinantes que ocurrían, pero eran pocos días de Sol y mucha niebla. Niebla…niebla… ella también se encontraba en esa niebla. Entre aquí y allí.

Se había sentido muy sola. Y llegó a pensar que lo estaba, a pesar de que había llegado a hacer buenas migas con muchos habitantes de ese lugar.

Pero un día, un día de esos que se había quedado en la trinchera, otro de esos días que suplicaba despertar….empezó a escuchar una vocecita…. Un susurro cálido, sereno, amigable y dulce.

Estoy aquí!!– Sorprendida, miró hacia todos lados, pero era incapaz de averiguar de dónde procedía esa voz.

-Aquí!!!!-

La sentía muy cerca, casi encima… pero nada! No había nadie.

– Cierra los ojos!!!!!- dijo la voz. Y los cerró. De nuevo, volvió a escucharla:

– Estoy aquí….aquí!!! ¿Puedes encontrarme ahora?-

La sentía en su pecho!!!!!!!!! En el centro del pecho! Por dentro!!!!

Al principio pensó que se le había quedado atascado un guisante transgénico con capacidades comunicativas! Qué susto!!!!
Pero no le gustaban los guisantes. De hecho, no había comido guisantes en los últimos no se cuántos años. Así que eso no era… Estaba asustada. ¿Se estaría volviendo loca del todo como ese mundo en el que se encontraba?. ¿Le habrían implantado un microchip?

Se quedó callada, por si aquella cosa tenía algo más que decirle…y lo hizo.

Le dijo que era ella misma. Que todas las veces que se había sentido perdida, en realidad, se estaba encontrando, y que Ella, que también era ella, le estaba hablando!. Le hablaba todo el rato, pero no se enteraba, porque el sonido de las lágrimas gigantes rebotando en el suelo, no le dejaban.

También se había intentado comunicar muchas otras veces. Cuando le habían roto el corazón, para decirle que confiara, que confiara….. Cuando se sentía insegura, cuando tenía miedo, pero también cuando se moría de risa, que en realidad, eran muchas veces, y las carcajadas de las dos se fundían en una, y por eso se reía tan fuerte. O cuando sentía inmensa ternura, o compasión. Ella, que también era ella, le decía que en esos momentos, eran sólo una.

UAAAAAlaaaaaaaaa!!! No estaba sola!! Estaba Ella!! Que era ella..

Al parecer…Ella, era Maga y tenía todas las respuestas, algo así como un oráculo-brújula  todo en uno, pero que muchas veces, en realidad, ella no había querido saber la respuesta correcta…y entonces no le decía nada…para dejar que lo averiguara, aún sabiendo que se estaba equivocando.

Le dijo que fueron todas esas veces que le dolía la barriga. Sí…ella, cuando experimentaba algo que en el fondo sabía que no le estaba haciendo bien, cuando consentía que no la tuvieran en cuenta…o más bien cuando ella misma no se estaba teniendo en cuenta….le dolía la barriga. Sabía que se estaba enredando…pero no podía evitarlo.

La niña estaba encantada con haberse encontrado a Ella, que era ella. Cada día ella descubría más cosas de Ella. Cosas inimaginables. Unos tesoros que habían estado guardados. Y su voz, que al principio le parecía un susurro, se escuchaba alto y claro ahora:

Este sendero te lleva a un lugar mágico….. Este camino te lleva a un lugar oscuro por el que deberás transitar….Este otro te enseñará esto…este, querida…no va a ninguna parte, créeme. Ahora vamos a subir por aquí….ahora vamos a bajar por allá.

Era maravilloso. Ya no sólo no estaba sóla, ahora tampoco tenía miedo, porque se encontrara donde se encontrara, siempre estaba Ella con alguna indicación, sosteniendo, acompañando.

Un día, Ella (que era ella), le contó su secreto mejor guardado:

-Hay un Camino del que no te he hablado. Escucha bien niña. Es el Camino de regreso.-

Lo sabía!!!!!!!!!!!!!!!!!! Siempre lo había sabido!!! Tenía que existir alguna forma de arreglar el DeLorean!!!

-También conozco todas las respuestas. Comprendo lo incomprensible y descifro todos los enigmas. Ah! Y puedo acabar con tu dolor de barriga.

Te diré cuándo tienes que volar de algunos lugares, abrir tus alas, y escapar….soltar algunas manos….o abrazar algunos corazones.

Sabrás dónde…cómo, y quién. Te lo contaré todo, pero antes, quiero que me hagas una promesa. Prométeme que no volverás a acallar mi voz.

Prométeme que cuando te pierdas, cerrarás los ojos y me buscarás. Una y otra vez. Una y otra vez.-

Y ella, que era Ella, lo prometió. Prometió que nunca más ahogaría su voz. La escucharía todas las veces y seguiría todas las indicaciones.

Ella, que era ella, confió en su promesa, y sintió, que verdaderamente, esta vez, lo conseguiría.

sin FIN ∞

Lorena

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2 comentarios

  1. Me identifico con ello.
    ” Como si no hubiese metido bien las coordenadas…….”.
    Gracias. Lo volveré a leer cuando crea que caí en el lugar equivocado.

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