El temor más grande de algunas personas es que otras las vean tal y como se ven a sí mismas

Ayer después de ducharme me tomé mi tiempo para ponerme aceite de coco por todo el cuerpo. Aceite de ámbar en el cuello. Almizcle en el vientre, me toqué la  cabeza, dándome un masaje suave.Un poco antes de empezar con todo este ritual, recordé las veces que había hecho esto para el disfrute de otro, y no por y para mí.

Demasiado programada en basar mi sentido del merecimiento en ser deseada, en ser la elegida.

Sentí muchísima ternura hacia esa mujer. Me emocioné.

Me encantan las flores, así que me compro flores. Me gusta que me toquen la cabeza, así que me masajeo la cabeza. ¿Cuánto tiempo pasamos esperando obtener gestos de otros que no nos damos nosotros mismos?. A veces no nos damos cuenta de cómo convertimos actos de amor propio en actos de amor ajeno, y pensamos que el otro debería apreciarlo y así siempre estamos esperando y decepcionadas  cuando ese otro no aprecia aquello que malentendimos que hicimos por él.

La gente quiere relaciones devocionales pero son desleales con ellos mismos. Tenemos tanto miedo de ser descubiertos.  Tenemos mucho miedo de exponernos por si no somos capaces de mantener escondidas nuestras  oscuridades, pero soñamos con que otro un día nos vea y nos reciba con todo eso.

Que otro ame todas y cada una de las partes que yo no amo de mi. Y sin embargo lo mismo que anhelamos nos aterra. Esta es la gran paradoja.

El temor más grande de algunas personas es que otras las vean tal y como se ven a sí mismas.

La imagen que tienes de ti es una imagen distorsionada, basada en una mentira, hasta que te pones a hacer el trabajo y te vuelves real. Hasta que empiezas a frotar todas las capas que has construido alrededor de tu núcleo puro y perfecto, y aparece el diamante que eres.

Tenemos tanto miedo de ser quienes somos. Hace unos días, en una sesión de terapia con una clienta, terminamos tumbadas en el suelo boca arriba las dos. Le pedí que verbalizara en voz alta cualidades de ella. Empecé yo, para darle permiso de SER. Sí, a veces necesitamos que nos den permiso para ser nosotros. Y empecé: Soy poderosa, soy profunda, soy intensa….. y entonces ella comenzó.

A veces, al reconocer alguna de sus cualidades, su voz se perdía en un hilo ahogado. No se la permitía. Entonces yo insistía en que la repitiera otra vez, más alto, más alto, gritándola. Después venía un suspiro profundo, que es una Verdad en el cuerpo y silencio, calma, paz, integración.

Necesitamos ser radicalmente reales, con nuestras debilidades y vulnerabilidades porque ¿Y si descubrimos que “a pesar” de ellas somos amados?. ¿Y si de pronto nos aman por ser quienes somos?  Aprender a amar partes de ti que nadie aplaude es una habilidad que se aprende. Ser amados y recibidos con todo da vértigo. Significa aceptar que mereces ser amado, no por lo que haces, lo que logras, por cómo acomodas las necesidades y carencias de otros, sino por SER.

Aceptar esto implica romper con muchas creencias sobre ti y sobre otros.

Cuando empiezas a amarte de verdad, te das cuenta que aquello que te decían que era amor, ni lo era, ni se sentía como tal.

Asumir que muchas personas en tu vida en realidad jamás te amaron, es muy doloroso, pero llegar a este lugar te da también la comprensión y la compasión que te permite ver sus propias limitaciones y carencias, y también te da la libertad de prescindir de ellas, dejar de acomodar y conectar con tu autenticidad.

Lorena

Déjame un comentario

Lo más leído

Comienza aquí tu viaje sagrado

SUSCRÍBETE A LA NEWSLETTER PARA RECIBIR LOS ÚLTIMOS ARTÍCULOS DEL BLOG Y MÁS